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MONEDAS POTOSINAS A BORDO DEL GALEÓN SAN JOSÉ

Imagen: Galéon San José, óleo sobre lienzo de Samuel Scott / Por: DANIEL OROPEZA ALBA - Numismático potosino. Presidente del Comité Organizador de la “1ª Convención Internacional de Historiadores y Numismáticos Potosí 2016” • Este artículo fue publicado en el periódico El Potosí el 13 de diciembre de 2015.

El galeón San José, nave insignia de la Armada del Imperio Español, considerado el más fabuloso tesoro hundido en las costas de Cartagena de Indias, ha sido oficialmente localizado para regocijo de la comunidad numismática internacional.
Entre otras cosas, esta nave transportaba de América rumbo a España oro, plata, gemas preciosas y, por supuesto, millones de monedas acuñadas en el mítico Potosí.

¡Ingleses al asecho!
El 28 de mayo de 1708, esta nave capitana de la Flota del Tesoro Español partía del Puerto de Portobelo (Panamá) custodiada por 16 barcos, entre galeones, fragatas y bergantines, rumbo a Cartagena de Indias. Su capitán, el Conde de Casa Alegre, estaba prevenido del asecho permanente del almirante inglés Charles Wager, que con siete barcos de guerra vigilaba la zona sur del mar Caribe, en franca acción de piratería dedicada a usurpar los tesoros de América en tránsito a Sevilla.
El 8 de junio de 1708, la escuadra inglesa alcanzó a interceptar el curso de la flota española y, en hábil maniobra de ataque, abrió fuego con los más de 150 cañones que estaban a bordo de sus ligeras naves. El resultado fue espantoso para la nave insignia, el “San José”, que extremadamente cargada de tesoros no pudo hacer maniobra alguna de evasión ni ofrecer resistencia: poco antes de las 19:00 explotaba frente a las costas de Cartagena de Indias y naufragaba por completo, ante la impotencia de españoles y de ingleses.
Sin embargo, Wager satisfizo su pillaje con la segunda nave de la flota española, llamada la “Santa Cruz”, cuyos tesoros le valieron ser nombrado Sir Charles Wager y Primer Lord del Almirantazgo Inglés (mismo cargo que ocuparía Winston Churchill, andando los años). Así que podemos decir con toda certeza de que él también pudo repetir la frase de Cervantes: “¡Vale un Potosí!”. Aunque los ingleses con ironía solían decir: “To be worth a Potosí”.
Los tesoros a bordo 
El Virrey del Perú había recibido la gran Carta Cuenta de las Cajas Reales de la Villa Imperial de Potosí, un extracto contable que acompañaba la enorme remesa enviada por la institución a cargo de la percepción de impuestos (cual modernamente Impuestos Nacionales en nuestros días). Se engrosaba el erario del Rey con las miles de millones de barras de plata que salían del Cerro Rico y, cobrando el 20% a la producción minera, esas mismas barras se convertían luego en monedas y el Rey volvía a percibir ingresos mediante el cobro del Real del Señoreaje, impuesto a la fabricación de monedas.
Todas estas barras y monedas habían salido de Potosí rumbo al puerto de Arica (Chile), luego tramontaron en barco hasta el Callao (Perú), puerto natural de Lima, donde el tribunal mayor de cuentas del Virreinato revisaba la gran Carta Cuenta del Potosí, y engrosaba ese caudal con las recaudaciones propias de la misma Lima para luego enviar todo ese cargamento al Panamá, mediante la Flota del Sur. Este tesoro cruzaba el istmo a lomo de mula y llegaba por fin a Portobello.
En Portobello, la Flota del Tesoro de España recogía este cargamento de la corona y, además, embarcaba todas las pequeñas fortunas de los particulares en tránsito a Europa, las remesas y envíos que hacían mediante los fletamentos, y los efectos en barras, barretones y gemas preciosas, plata labrada y joyería de los comerciantes y de los pasajeros. Esta era la política española de mantener el monopolio absoluto en sus colonias de ultramar, que será la causa de sus mayores pérdidas.
Hallazgos similares
Con los últimos naufragios, tanto de naves españolas como holandesas o inglesas, hemos sido gratamente sorprendidos por los hermosos tesoros descubiertos; y en estos pecios, el papel principal se lo ha llevado siempre el Cerro Rico de Potosí. 
Han sido magistralmente estudiados por el experto numismático Daniel Frank Sedwick y, en el caso de las barras de plata, es notable el trabajo de Agustín García-Barneche. Ambos son invitados especiales a la “Convención de Historiadores y Numismáticos Potosí 2016”, que se realizará del 21 al 23 de octubre del próximo año. 
En el caso del Atocha, nave española que zozobró a causa de un huracán en 1622, cerca de Key West Florida (EEUU), posiblemente se convierte en el rescate más famoso hasta nuestros días. Contenía 901 barras de plata de Potosí declaradas legalmente a bordo, además de 100 mil monedas macuquinas en un periodo histórico donde la única Casa de Moneda en el Virreinato del Perú era la de Potosí. Amén de las que viajaban de contrabando, se hallaron algunas piezas de oro de las que se acuñaron en la Casa de Moneda de Santa Fe de Bogotá y otras pocas de la ceca temprana de Lima ya inactiva para estos años.
Cuando fue hallada en costas ecuatorianas la “Capitana Jesús María de la Limpia Concepción”, que naufragó por impericia del capitán en Chanduy (Ecuador) en 1654, el tesoro encontrado prácticamente correspondía en su totalidad a la ceca de Potosí; con ese tesoro se pudo hacer el más sobresaliente estudio numismático de las monedas de la gran transición del cambio de impronta a consecuencia de la falsificación de la moneda en la Villa Imperial por el capitán Francisco Gómez de la Rocha, obra realizada por mi dilecto amigo y colega Robert Mastalir.
De igual forma ocurrió con el hallazgo del Vergulde Draek, galeón holandés que naufragó en Batavia (Indonesia) en 1656 cargando en su interior millones de monedas potosinas del periodo de Carlos II, acuñadas por el famosísimo ensayador Antonio de Elgueta. Y así podemos mencionar muchos otros barcos que sufrieron el infortunio de hundirse, como el Júpiter (Australia), Nuestra Señora de las Mercedes (Océano Atlántico), Leocadia (Ecuador), Maravillas (Ecuador), Concepción (Haití), en cuyos restos el común denominador siempre suele ser la macuquina potosina. ¡Pero cómo no serlo, si prácticamente esa moneda alcanzó a circular por todo el mundo, cual dólar de la antigüedad, merced a la prodigiosa y sin medida riqueza del Gran Potosí, tesoro inagotable de América!
Ahora es el turno del famoso galeón San José, cuyo descubrimiento ha sido oficializado por el presidente de Colombia, José Manuel Santos, hace pocos días, y desde ese momento se convirtió en asunto de Estado. Más aún si consideramos que su valioso cargamento ha sido valuado a priori en 5.000 millones de dólares.
Sin embargo el mayor tesoro que el San José encubre son todos los artefactos de navegación, fortunas en oro y plata, cofres de joyería y barras de plata Potosí, pecios de los efectos personales a bordo que se convierten en una maravillosa ventana al pasado, concretamente a la primera década del siglo XVIII, donde podremos reconstruir con agudo ingenio el comercio y contrabando de América durante el reinado del primero de los Borbones.
Desde la adusta cumbre del Potosí estaremos atentos para que alguna pieza significativa de estos tesoros pueda retornar a su noble cuna y convertirse en una muestra más del giro con que sus monedas han dado la vuelta al mundo.
Sin embargo el mayor tesoro que el San José encubre son todos los artefactos de navegación, fortunas en oro y plata, cofres de joyería y barras de plata Potosí, pecios de los efectos personales a bordo que se convierten en una maravillosa ventana al pasado, concretamente a la primera década del siglo XVIII.

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