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FEBRERO DE 1875; HILARIÓN DAZA EN EL LITORAL

Cuadro obsequiado por la Juma de Beneficencia de Antofagasta, al Presidente de Bolivia don Hilarión Daza, con motivo de su visita al litoral en 1877.

 
En los primeros años de Antofagasta, la visita a este puerto de alguno de los hombres de gobierno de Bolivia era todo un acontecimiento. Las largas distancias y los primitivos medios de transportes eran, sin duda, una de las causas principales para que se abstuvieran de venir al litoral.

Recordamos que por esa época sólo dos de las personalidades que ocupaban puestos prominentes en las esferas gobernativas, se dieron la satisfacción de visitar Antofagasta. El primero fue el Ministro de la Guerra, General Hilarión Daza, que llegó a este puerto en los primeros días de febrero de 1875, y algún tiempo después el Ministro de Hacienda, don Eulogio Doria Medina.
Por esos años, la personalidad del General Daza estaba rodeada de cierto prestigio; y éste llegó a acentuarse aun más, con el fácil triunfo que obtuviera al mando de las fuerzas del Gobierno, poco antes de venir al litoral (enero 18 de 1875 ) combatiendo contra las tropas del General Quintín Quevedo en el pequeño caserío de Chacoma. El caserío nombrado pertenece a la hacienda de este mismo nombre, situada a 2 leguas de Viacha, cerca de La Paz. Ahí pelearon también los Coroneles Juan Granier y Eleodoro Camacho.

Su viaje al frente de un cuerpo de ejército, tenía por objeto sofocar una revolución que se había declarado en Cobija y que también tenía ramificaciones en este puerto; pero, depuestas las armas de los revolucionarios ante la aproximación de las tropas del Gobierno, llegó a convertirse en un verdadero paseo triunfal.

El cuerpo que escoltaba a Daza era el “Batallón No. 1”, con el que había vencido en Chacoma, que traía su numerosa banda de músicos y con el mismo que se paseó con aire triunfal, al llegar a este puerto, por las principales calles de la población.

Desde la llegada del General y Ministro de la Guerra, las autoridades y la sociedad entera no pensaron sino en festejar de la mejor manera al distinguido huésped, cuya visita era considerada un gran honor para este pueblo.

Los banquetes estuvieron a la orden del día y se organizó un baile, muy concurrido y suntuoso, en honor del General Ministro.
Una compañía dramática que estaba en Antofagasta, por esos días, organizó, de acuerdo con las autoridades, una soberbia función de homenaje y gala.

Recordamos que al penetrar al teatro, desbordante de público entusiasta, el General y su comitiva fueron vitoreados y aclamados; y, poniéndose de pie la concurrencia, lo ovacionó clamorosamente en esta forma: ¡Viva el Ministro de la Guerra! ¡Viva el General Daza! ¡Viva el héroe de Chacoma!
A buen seguro que en ese entonces, este célebre personaje, no se imaginaría que su gloria y su prestigio tan sonados, iban a ser tan efímeros, y que años más tarde caería ignominiosamente de su falso pedestal, execrado por sus mismos conciudadanos.

El viaje de Daza al Litoral fue el más rápido que se había hecho hasta entonces, y como tal fue reputado como verdadera hazaña, de la que se hicieron muchos comentarios elogiosos.

Salió de la Paz con su tropa el 27 de enero; cruzó el lago Titicaca; atravesó el territorio peruano y llegó a Moliendo, donde tomó el vapor inglés “Lima” que lo condujo a Cobija, a cuyo puerto llegó el día 7 de febrero. Demoró, por consiguiente, en esta larga travesía, apenas 11 días.

Pero, mientras aquí se comentaba favorablemente la rapidez y completo éxito obtenidos, en el Perú la noticia había levantado polvareda. Y no era para menos.

Los diarios, en grandes caracteres, daban la noticia de la invasión del territorio peruano por tropas armadas de la república de Bolivia, agregando que habían cruzado el territorio patrio sin la debida autorización del gobierno.

La alarma fue grande. Hubo cambios de notas, discursos e interpelaciones en la Cámara, etc., y después de algunos días de febril excitación, se vino a sacar en limpio que las tropas de Daza habían pisado el suelo peruano con la venia del Ministro del Perú en Bolivia, señor de la Torre, lo que fue severamente censurado por el gobierno de Lima y desaprobado en una enérgica nota. ¡Cosas de aquellos tiempos y de aquellos gobernantes!
Después de todo, apagada, aunque momentáneamente, la efervescencia revolucionaria en el Litoral, el pueblo se entregaba nuevamente a sus actividades industriales y comerciales, normalizándose de esta manera la vida ordinaria de sus laboriosos pobladores.

El periódico “La Actualidad”, de este puerto, de fecha 20 de febrero, analizando los hechos acaecidos, y refiriéndose a las actividades revolucionarias, censuraba acremente los trastornos que individuos ambiciosos habían ocasionado a esta tranquila población, y sintetizando el sentir general del pueblo, decía:

“Si hemos podido explicarnos las conmociones del interior, no nos damos cuenta en manera alguna por qué y para qué se han apresurado a revolucionar el Litoral, formado por pobladores en su mayor parte extranjeros, que han traído, ya sea a la costa o al desierto, el contingente de sus capitales y de su industria, los que no están garantizados, los que no pueden vivir holgadamente a la sombra de frecuentes trastornos.”
“La bandera de nacionales y extranjeros, en el Litoral, debe ser el orden, para hacer expeditivo el trabajo que por múltiples caminos conduce al progreso, a la libertad y a la armonía social”.

Las autoridades locales llevaron al General a visitar el Hospital, e imponiéndose de la forma tan modesta en que el Establecimiento era mantenido, tuvo el rasgo generoso de donar en su favor una importante cantidad de dinero y la promesa de conseguir, en seguida, del Gobierno, una eficaz ayuda para aliviar la triste situación de tantos infelices que iban en busca de alivio a ese asilo de caridad, sin poder atendérseles debidamente.

La Junta de Beneficencia agradeció este acto de generosidad, y algún tiempo después, cuanto el General Daza subió a la Presidencia de la República, queriendo demostrarle esta Honorable Corporación, su gratitud por todo lo que había hecho en beneficio del Hospital, le obsequió un artístico cuadro, en Cuadro obsequiado por la Juma de Beneficencia de Antofagasta, al Presidente de Bolivia don Hilarión Daza, con motivo de su visita al litoral en 1877, octubre de 1877, con los retratos de todos los caballeros que componían la corporación ya nombrada, y con la encomiástica leyenda siguiente:

“La mano con que blandisteis la gloriosa espada que en Chacoma salvó la Patria y sus instituciones, la extendisteis, también, generosa, en favor del enfermo y del desvalido, coronando así un sentimiento de noble caridad, el valor del Héroe.
La Junta de Beneficencia de este pueblo, señor, recuerda con gratitud vuestra visita al Hospital del Salvador, en el 18 de Febrero de 1875, y os consagra un homenaje de sus sentimientos, en este cuadro, suplicándoos lo aceptéis como una prenda sencilla, pero sincera del agradecimiento y respeto que os profesa.
Antofagasta, octubre 27 de 1877".

Fuente: Narraciones Históricas de Antofagasta, obra del chileno Isaac Arce Ramírez.




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