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RENDICIÓN DEL TERCER BATALLÓN DEL REGIMIENTO PARAGUAYO “LOMAS VALENTINAS” 15 DE INFANTERÍA. 10 DE MARZO DE 1935

Por: Oscar Cordova.

De súbito los estafetas gritaron alborozados: -Lo pilas! ya se han rendido ¡ya se han rendido! ! ya están aquí!...Salimos presurosos a la picada. El capitán Tovar ponía en formación a un grupo de soldados con uniforme azul. !Hay tres oficiales! - borboto alguien Han caído sin un tiro! comento otro...Entre tanto los oficiales paraguayos entraron al puesto. Venían trémulos de miedo, vencidos de humillación. Se nos dirigieron los tres. Uno de ellos ofreció un prismático a alguien. Otro alargó una hermosa brújula a un oficial divisionario que apareció no sé de dónde. El tercero se me aproximó atropelladamente con varias cajetillas de cigarrillos en las manos extendidas.
Sírvase usted.. . mi. .. Sírvase usted. .. dijome con miedosa amabilidad. Le temblaban las manos y en su mirada había, una angustiosa imploración. -Gracias...le dije secamente.- No fumo. El pobre hombre sintióse perdido y, acezante y desesperado, siempre con las manos extendidas, rogóme: Hágame el bien de aceptarme. No me rechace usted... No me desaire.. --No es por desairarle. . . No tengo costumbre de fumar. Pasó el infeliz a ofrecer sus cigarrillos a Ivanovic. Este le aceptó, En el mismo estado psíquico sus camaradas seguían cediendo trofeos a otros oficiales que habían acudido. - Nunca he visto un derrumbe de espíritu doloroso ni una impotencia más convencida de su desamparo. Unas horas antes esos hombres eran todavía guerreros íntegros capaces de muchos triunfos. Unas horas antes constituían aún una amenaza para nosotros. Ahora eran tristes guiñapos desechos y dispuestos a echarse en el charco de todas las ignominias. Ahora se habían convertido en seres miserables que en su ansia de seguir viviendo nos demandaban misericordia con toda elocuencia de su pavor y con todo el temblor de su cuerpo.
Uno era capitán y los otros tenientes segundos... El Tte. Ivanovic y yo condujimos a los tres oficiales al comando del Jordán, en un camión. Redacté el acta de rendición en los términos que acordaron los jefes. -Que la copie de su puño y letra el capitán -ordenó el Tte. Coronel Ramos y que sea en dos ejemplares y que la firmen los tres oficiales. Si no quieren firmar, los hacemos fusilar... No hay remedio... Yo estaba seguro de que el capitán se negaría a copiar el acta y me temía una catástrofe... Cuando le pusieron delante del papel y la pluma empezó a temblar de nuevo y el terror volvió a reflejarse en su semblante. Hizo las dos copias, las firmo sin vacilar. Se llamaba Irineo Díaz... Los otros estamparon sus firmas como quienes saben que en ello está su salvación. Se llamaban Bernardo Ocampo y Novel Llamosas, dos hombrecitos menudos y morenos. Con estos oficiales caían ochenticinco soldados. Habían venido a su mando tres oficiales y noventa soldados; pero uno de los primeros había caído herido al rebasar la línea del “Jordán” y cinco soldados habíanse desprendido de la colina llevando partes. No se sabía si estos cumplieron su misión o perecieron en el camino. Ricardo Rodríguez nos hizo una síntesis de la captura. El día ocho cuando se restableció la línea del “Jordan” soldados nuestros vieron pilas en el bosque situado al oeste de la picada de circulación. Se destacó entonces una patrulla con la orden de no desprenderse del adversario No tardó en llegar un parte en sentido de que los pilas se habían posicionado sobre una colina. Fue la compañía Calderón del batallón Rodríguez, con al misión de controlar todo movimiento enemigo. Con parte del batallón Tovar se cerró el cerco anoche. La colina ocupada media unos tres kilómetros de largo. Esta mañana nuestros morteros fueron emplazados para concentrar su fuego sobre las posiciones enemigas. No se disparo un tiro. Aparecieron banderas blancas en la cumbre. El subteniente Adet Zamora subió como parlamentario y regresó seguido de los prisioneros. El capitán Díaz obsequió su pistola al capitán Rodriguez. Veíase un montón de fusiles y de automáticos. Algunos soldados revolvían papeles en dos cajas de munición. Todo aquello era el botín de la mañana, me acerqué a ver las armas, había 11 ametralladoras livianas, de las cuales dos eran bolivianas, cuatro paraguayas y cinco no llevaban escudo. Estas sin escudo son argentinas -me dijo un cabo veterano que custodiaba el botín. Había también dos pistolas ametralladoras...

1 comentario:

  1. Los bolivianos son unos inútiles,acaso no saben quien ganó la guerra? Un año más y hubiéramos conquistado todo el país! Agradezca a Dios que todavía existen!

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