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LA REPRESIÓN EN LA REVOLUCIÓN DEL 52


Por: Gonzalo Díaz Díaz de Oropeza / Publicado en Pagina siete el 20 de abril de 2014.

Las medidas revolucionarias del primer gobierno (1952 – 1956) del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), como la instauración del voto universal, la abolición del pongueaje, la Nacionalización de las Minas y la Reforma Agraria, fueron acompañadas por medidas coercitivas contra los opositores. La violencia estatal se caracterizó por detenciones arbitrarias, exilios y amedrentamiento de grupos de choque.

Además, se internó a los detenidos políticos en centros, que eran considerados como verdaderos campos de concentración. Algunos testimonios se pueden conocer en obras como Infierno en Bolivia, de Hernán Landívar Flores (1965); Campos de concentración en Bolivia, de Fernando Loayza Beltrán (1966), y Memorias, de Walter Vásquez Michel (2010).
Respaldo legal
Los denominados campos de concentración tuvieron un respaldo legal con  un decreto supremo del 28 de enero de 1954, según afirma Zenón Bautista Huanca en su tesis inédita Violencia estatal en Bolivia durante el régimen del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) 1952 – 1964  (2006). 
Los centros habilitados fueron los cuarteles militares de Corocoro, en La Paz; Uncia y Catavi, en Potosí; y Curahuara de Carangas, en Oruro; y en la urbe paceña se habilitaron el Panóptico Nacional y el edificio del Control Político.
Al concluir su primera gestión, en su informe del 6 de agosto de 1956, Víctor Paz Estenssoro justificó las medidas represivas e incluso afirmó que se detuvo a los conspiradores para proteger su vida, antes que se lanzasen a sus "aventuras de sangre”. 
Al ser el MNR un partido de masas, pudo ocurrir que éste perdiera el control sobre sus bases, pero también es posible que se haya utilizado este argumento para explicar determinadas acciones.
Una situación relacionada a la agresión de las masas de militantes del MNR contra los opositores ocurrió en una ocasión en la que varios presos fueron trasladados de Oruro a La Paz, porque los mineros de la mina San José habían amenazado con asaltar las oficinas del Control Político de aquella ciudad para hacer justicia por sus propias manos. En este caso, con el fin de garantizar la seguridad de los detenidos se los trasladó   a la ciudad de La Paz.
De acuerdo a Vásquez, los miembros de Falange Socialista Boliviana (FSB) organizaron al menos tres grandes intentos de golpe de Estado. Uno de los más violentos concluyó con el suicidio del líder de ese partido, Óscar Únzaga de la Vega, y el posterior fusilamiento de varios dirigentes, hechos que ocurrieron en abril de 1954. Cuando aquello ocurrió, Vásquez, que en esos años era miembro de FSB, estaba recluido en el Panóptico Nacional y de no ser por la intercesión de un comandante policial, habría sido fusilado junto a otros detenidos.
Antes de ser trasladado a Corocoro, Vásquez Michel recibió la visita de su madre, quien le contó que en Oruro la casa de una familia conocida había sufrido el asalto de los mineros de la mina San José, quienes habían procedido a quemar los muebles de la vivienda. 
Ante estos relatos queda la duda respecto a si las masas actuaron por su propia iniciativa, o por el contrario de manera discreta fueron empujadas a cometer actos vandálicos por los dirigentes políticos.
Efecto s
Uno de los efectos que tenían los campos sobre los detenidos era la anulación de su capacidad combativa, afirma Vásquez Michel. Por ejemplo, en el campo de Corocoro, tras 15 días de internamiento comenzaron a surgir protestas por parte de militantes de FSB, pero no contra el gobierno del MNR, sino contra los dirigentes de su propio partido, a quienes consideraban responsables por la difícil situación en que se encontraban.
Asimismo, se observó que en el interior de los centros de detención el sistema de valores puede sufrir alteraciones. Por ejemplo, Vásquez Michel cuenta que en el Panóptico Nacional  un detenido que había intentado fugar, tras una brutal paliza, fue conducido a un espacio reducido del patio conocido como "la muralla”, donde debía pasar 25 días sin ninguna clase de protección para el frío. 
Una noche, un policía alcanzó al preso unos periódicos que podría emplear para protegerse del frío. Esta acción fue denunciada por otro agente de la Policía, tras lo cual el policía "caritativo” sufrió una golpiza y fue condenado a permanecer seis meses en una celda. 
Así, una acción que en condiciones normales sería ponderable, en el interior de un centro de reclusión merecía un castigo aleccionador.
Colaboración
Pero también se dio la colaboración de los detenidos con sus captores, como ocurrió en Curahuara de Carangas, donde los presos conformaron dos organizaciones: el Comando del MNR y la Avanzada Redentora del MNR. 
El Comando del MNR fue conformado en julio de 1954 y en poco tiempo se constituyó el brazo ejecutor de la represión física. Los presos que se unían a esta agrupación obtenían como recompensa un poder sobre los otros detenidos. El Comando perdió influencia y fue disuelto después de que se descubriera y frustrara una fuga.
El otro brazo de la represión conformada por presos era la Avanzada Redentora del MNR. La Avanzada fue el brazo psicológico y político de la represión en el campo, pues tenía como objetivo principal  el convertir a los miembros de FSB a las filas del MNR. 
Según los relatos de Vásquez, por las noches, después de pasar la lista de control, los miembros de dicha organización marchaban y entonaban el himno de la organización. En las marchas se exhibían pancartas a favor del MNR y otras que tenían consignas contra FSB. Vásquez afirma que casi todos los presos del campo se inscribieron en ese grupo.
"Usted es inhumano”
Pero los carceleros no eran personas salvajes, pues podían expresar sentimientos como la compasión y el perdón, ello a pesar de ser responsables de torturas y maltratos físicos. Por ejemplo, tras la disolución del Comando del MNR en Curahuara de Carangas, sus exmiembros perdieron el poder que tenían y pasaron a ser presos ordinarios. 
Uno de aquellos detenidos que se había caracterizado por su brutalidad a la hora de castigar a los otros presos  fue aislado y no recibía palabra alguna de sus compañeros que en el pasado habían sido objeto de sus maltratos. En un intento desesperado, dicho preso intento suicidarse cortándose las venas, tras lo cual fue trasladado gravemente herido a las oficinas del gobernador.
Tras el episodio, a solicitud del "arrepentido”, la autoridad mandó llamar a un preso político que había sufrido los maltratos del suicida con particular brutalidad. Cuando este detenido se hizo presente en la gobernación, el excomando le pidió perdón por los maltratos que le había inferido, lo cual no fue aceptado, pues el convocado incluso insultó al suicida herido. 
El gobernador que presenciaba la escena quedó sorprendido por la "falta de piedad del prisionero” y le dijo: "Usted es inhumano”  ¿Cómo se explica que el jefe de los carceleros, que es responsable de las torturas y los tratos inhumanos, acuse a otra persona incapaz de perdonar a otra como inhumano?
Quizá la explicación reside en que hacer el mal es una de las posibilidades que tiene el ser humano, capacidad que no depende del grado de bondad que pueda manifestar en otras circunstancias. Además, es posible que este episodio ponga en evidencia que para los miembros de las fuerzas del orden la represión y ejercicio de violencia era un asunto laboral, que también significaría que no necesariamente estaban imbuidos de la ideología del régimen gobernante.
Sin embargo, para autores como H.C.F. Mansilla  la existencia de los "campos de concentración”  respondía a determinadas características que tenía y todavía tiene la sociedad boliviana, como la intolerancia  y  el autoritarismo, atributos que serían compartidos, según este autor,  por la totalidad de la población. 
Otro factor está relacionado a la inexistencia de una cultura democrática que habría posibilitado un juego democrático limpio, afirma Mansilla en obras como  La crisis de la identidad nacional y la cultura política (2006) o El carácter conservador de la nación boliviana. Visiones de la sociedad en la Bolivia contemporánea (2010).
Este autor también argumenta que la violencia estatal del MNR -que  se caracterizó por un grado de racionalización nunca visto en la historia de la violencia política boliviana- no era necesaria, ya que los principales logros  de aquel gobierno, los cuales se han señalado al principio de esta entrega, al igual que en otros países de la región, tarde o temprano se habrían impuesto.
Los centros habilitados fueron los cuarteles militares de Corocoro, en La Paz; Uncía y Catavi, en Potosí; y Curahuara de Carangas, en Oruro.

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